"Pero me gusta
Debido a que es amargo,
Y porque es mi corazón "-. Stephen Crane
"Sé que no voy a dejar a mi hermana aquí en tu corte”, dijo Jace," y puesto que no hay nada que aprender de ella o de mi, talvez, ¿podría hacer el favor de liberarla?"
La Reina sonrió. Era una hermosa y terrible sonrisa. La reina era una mujer encantadora, ella tenía esa belleza inhumana que las hadas tenían, que era más como la belleza de cristal duro que la belleza de un ser humano. La Reina no lucía de alguna edad en particular: ella podría haber tenido dieciséis o cuarenta y cinco años.
Jace suponía que era donde aquellos le encontraban su atractivo - personas habían muerto por el amor de la Reina - pero ella le dio una sensación de frío en el pecho, como si se hubiera tragado agua helada demasiado rápido.
"¿Y que si te dijo que puede ser liberada por un beso?" Fue Clary la que respondió, desconcertada:
"¿Usted quiere que Jace la bese" Tanto la Reina como la Corte rieron, la sensación fría en el pecho de Jace se intensificó. Clary no entendía a las hadas, pensó. Habría intentado explicarle, pero no hubo explicación, en realidad no. Cualquier cosa que la Reina quisiera de ellos no era un beso de él; podría haberlo exigido sin todo este show sin sentido. Lo que ella quería era verlos cubiertos y luchando como mariposas. Era algo inmortal de realizar, él había pensado muchas veces: embotando tus sentidos, tus emociones, la experiencia, incontrolable, lamentables respuestas de los seres humanos que eran para las hadas como sangre fresca para los vampiros.
Algo viviente. Algo que ellos no tenían.
"A pesar de sus encantos", dijo la Reina, diriendo la mirada hacia Jace - sus ojos eran verdes, como Clary, pero no complemetamente como los de ella - "ese beso no liberara a la chica."
"Podría besar a Meliorn", sugirió Isabel, encogiéndose de hombros.
La reina movió la cabeza lentamente. "Tampoco eso. Ni nadie de mi Corte."
Isabel alzó las manos; Jace quería preguntarle lo que había esperado – besar a Meliorn no le hubiese molestado a ella, así que, obviamente, la Reina no se preocupaba por él. Supuso que había sido lindo de su pate ofrecerlo, pero Iz, al menos, debió hacerlo mejor. Había tenido tratos con las hadas antes.
Tal vez no era sólo conocer el pensamiento cultural de las Hadas, Jace se preguntó. Tal vez era saber cómo la gente disfrutaba ser cruel por el bien del pensamiento cruel. Isabel fue irreflexiva, y a veces vana, pero ella no era cruel. Se echó el pelo negro hacia atrás y frunció el ceño. "No estoy besando a cualquiera de ustedes", dijo con firmeza. "Sólo para dejarlo claro".
"Eso no parece necesario", dijo Simon, dando un paso adelante. "Si un beso es todo. . . "
Dio un paso hacia Clary, quien no se apartó. El hielo en el pecho de Jace se convirtió en fuego líquido, apretó sus manos a los costados mientras Simon tomó suavemente a Clary por los brazos y la miró a la cara. Apoyó sus manos en la cintura de Simón, como si lo hubiera hecho un millón de veces. Tal vez lo hubiera hecho, por todo lo que sabía. Él sabía que Simón la quería, lo había conocido desde que los había visto juntos en esa estúpida cafetería, el otro chico prácticamente ahogándose para conseguir de su boca las palabras "te amo" mientras Clary miraba a su alrededor, inquietamente, sus enormes ojos verdes viendo a todas partes.
Ella no está interesada en ti, mundano, lo había pensado con satisfacción. Pierdete. Y luego se había sorprendido de sus pensamientos. ¿Qué diferencia hacía para el los pensamientos de una chica que apenas conocía?
Eso lucía como mucho tiempo atrás. Ella ya no era una chica que apenas conocía: Ella era Clary.
Ella era la única cosa en su vida que le importaba más que nada, y viendo a Simon poner su mano sobre ella, donde quiera que él quería, le hizo sentir al mismo tiempo enfermo y débil y mortalmente enojado. La urgencia de avanzar hacia ellos y separarlos era tan fuerte que apenas podía respirar.
Clary lo miró, su pelo rojo deslizando por encima del hombro. Parecía preocupada, lo que era suficiente malo. No podía soportar la idea de que ella podría sentir lástima por él.
Apartó la vista rápidamente, y llamó la atención de la Reina Seelie, brillando de alegría: ahora esto era lo que buscaba. Su dolor, su agonía.
“No”- dijo la Reina, a Simón, con una voz suave como el filo de un cuchillo. "Eso tampoco es lo que yo quiero."
Simón se alejó de Clary, de mala gana. Alivió golpeó a través de las venas de Jace como sangre, ahogando lo que sus amigos estaban diciendo. Por un momento todo lo que importaba era que él no iba a tener que ver a Clary besando a Simon. Entonces Clary parecía nadar dentro del foco: estaba muy pálida y y no podía dejar de preguntarse qué estaba pensando. ¿Estaba decepcionada por no ser besada por Simon? ¿Aliviada como estaba él? Pensó en Simon besándole la mano más temprano aquel día y lo empujó de su memoria con rencor, sin dejar de mirar a su hermana. Mira para arriba, pensó. Mírame. Si me amas, te verás en mí.
Cruzó sus brazos sobre su pecho, de la forma que lo hacía cuando tenía frío o estaba molesta. Pero no levanto la vista. La conversación fue en torno a ellos: quien iba a besar a quien, que iba a suceder. Rabia desesperada se levantó en el pecho de Jace y como de costumbre, encontró su escape en un comentario sarcástico. "Bueno, no besaré al mundano", dijo. "Prefiero quedarme aquí hasta que me crezcan raices.”
"¿Para siempre?," dijo Simon. Sus ojos eran grandes y oscuros y serios.
"Para siempre es un tiempo terriblemente largo."
Jace volvió a ver a esos ojos. Simon era probablemente una buena persona, pensó. Amaba Clary y quería cuidar de ella y hacerla feliz. El sería un espectacular novio. Logicamente, Jace sabía, que era exactamente lo que quería para su hermana. Pero él no podía mirar a Simón sin querer matar a alguien. "Lo sabía", dijo groseramente.
"¿Quieres besarme, no es así?
"Por supuesto que no. Pero si - "
"Supongo que es verdad lo que dicen. No hay heterosexuales en las trincheras. "Es ateos, imbécil."
Simon estaba de color rojo brillante. “No hay ateos en las trincheras.”
Fue la reina quien los interrumpió, inclinándose hacia adelante para que su cuello blanco y los pechos se mostraron por encima del escote de su vestido de corte bajo.
"A pesar de que todo esto es muy divertido, l beso que liberará a la chica es el beso que la chica desea.
“Sólo eso y nada más.”
Simon pasó de rojo a blanco. Si el beso que Clary más deseaba no era el de Simón, entonces… La forma en estaba mirando a Jace, de Jace a Clary, contestó eso.
El corazón de Jace comenzó a latir con fuerza. Se encontró con los ojos de la Reina.
"¿Por qué haces esto?"
"Prefiero pensar que te estoy ofreciendo una gran ayuda", dijo.
El deseo no siempre es lo correcto. Ahora, pueden tomarlo como un favor. Y como mis palabras son magia, saben que digo la verdad. Si ella no deseaba ése beso, no será liberada.
Jason sintió que la sangre se inundaba en su rostro. Era vagamente consciente de que Simón argumentaba que ellos eran hermanos, que no estaba bien, pero lo ignoró. La Reina Seelie lo miraba, y tenía los ojos como el mar antes de una tormenta mortal, y él quería decir gracias. Gracias.
Y eso fue lo más peligroso de todo, pensó, mientras a su alrededor sus compañeros discutían sobre si Clary y Jace tenían que hacer esto, o lo que ninguno de ellos estaría dispuesto a hacer para escapar de la Corte. Para permitir a la Reina darle algo que ella quería - realmente, realmente quería - era ponerte a ti en su poder. ¿Cómo no había se había dado cuenta, se pregunto? Que esto era sobre lo que pensaba, lo que quería, despertó de un sueño de, jadeando y sudando? Que cuando él pensaba, realmente pensaba, sobre el hecho que talvez nunca obtendría un beso de Clary, el quería morir o herirse o sangrar malamente que subiría hasta el ático y entrenaría por horas hasta que estuviera tan agotado para no tener más elección que salir, exhausto. Tendría contusiones en la mañana, contusiones y cortes y la piel raspada y si podría nombrar todas sus lesiones que habrían tenido el mismo nombre: Clary, Clary, Clary.
Simon seguía hablando, diciendo algo, enojado de nuevo.
"No tienes que hacerlo Clary, es un truco"
No un truco –dijo Jace- La tranquilidad en su propia voz lo sorprendió. “Una prueba.”
Miró a Clary. Ella se mordía el labio, la mano herida en un rizo de su cabello, los gestos tan característicos, por lo que una gran parte de ella, que rompió su corazón. Simón estaba discutiendo con Isabelle ahora mientras la reina Seelie descansaban atrás y se veía como un gato elegante, divertida.
Isabel parecía exasperada. "A quién le importa, de todos modos? Es sólo un beso."
"Así es", dijo Jace. Clary miró hacia arriba, y por último, y sus ojos verdes se apoyaban en él. Él se acercó a ella y como siempre el resto del mundo se apartó hasta quedar solo ellos, como si estuvieran en un escenario vacio. El puso su mano en su hombro, volviendo la cara a él. Había dejado de morder el labio, y sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos de un verde brillante. Podia sentir la tensión en su propio cuerpo, el esfuerzo de retenerse, y no atraerla hacia su él y tomar esta oportunidad, sin embargo peligroso y estúpido e imprudente, besarle en la forma que pensó nunca podría, en su vida, ser posible de nuevo. “Es tan sólo un beso” dijo y escucho la aspereza de su propia voz, y se preguntó si ella lo escuchaba, también.
No es que importara – no había manera de ocultarlo. Era demasiado. El nunca habría querido que fuera de esa forma. Siempre han habido chicas. Se pregunta a sí mismo, en la oscuridad de la noche, mirando a las paredes en blanco de su habitación, lo que hizo a Clary tan diferente. Ella era hermosa, pero otras chicas eran hermosas. Ella era inteligente, pero había otras chicas inteligentes. Ella lo entendía, se reía cuando él lo hacía, vió a través de las defensas que puso hasta que las había derribado. No había Jace Wayland más real que él vio en sus ojos cuando ella lo miró.
Pero aún así, tal vez, podría encontrar todo lo que en otro lugar. La gente se enamoraba, lo perdía, y seguía adelante. No sabía por qué no podía. Él no sabía por qué ni siquiera quería. Lo único que sabía era que cualquier cosa que le debiera al Cielo o al infiero por esta oportunidad, lo iba a tener en cuenta.
Se agachó y le tomó las manos, uniendo sus dedos con los de ella y susurrando en su oído.
-Puedes cerrar los ojos y pensar en Inglaterra, si quieres” dijo.
Sus ojos revolotearon cerrados, sus pestañas como líneas de cobre contra su pálida y frágil piel.
-Nunca he estado en Inglaterra –dijo y la suavidad, la ansiedad en su voz casi le deshizo. Nunca había besado a una chica sin saber que lo quería demasiado, por lo general más que él, y esta era Clary, y él no sabía lo que ella quería.
Deslizó sus manos sobre ella, sobre las mangas de su camisa damply aferrándose hacia sus hombros. Sus ojos permanecía aun cerrados, pero ella temblaba y se apoyaba en él - apenas, pero fue suficiente el permiso.
Su boca cayó sobre ella. Y eso fue todo. Todos los auto-control que había ejercido en las últimas semanas se fueron, como el agua estrellándose a través de un dique roto. Sus brazos se acercaron al cuello y él la apretó contra él, y ella era suave y flexible, pero sorprendentemente fuerte como nadie a quien él hubiese sostenido antes. Sus manos se aplastaron contra su espalda, presionándola contra el y ella estaba en la punta de los dedos, besándolo tan ferozmente como él la besaba. Movió la lengua por los labios, abriendo su boca debajo de la de ella y supo como a sal y dulce como el agua de hadas. Se aferró a ella con más fuerza, anudando sus manos en su cabello, tratando de decirle, con la pesión de su boca en ella, todas las cosas que nunca le había dicho en voz alta: Te amo, Te amo y no me importa que seas mi hermana; no estes con él, no lo quieras, no salgas con él. Permanece conmigo. Quiéreme. Quédate conmigo. No sé como estar sin ti.
Sus manos se deslizaron hasta su cintura, y él estaba acercándola hacia el, perdido en las sensaciones viajaban en espiral a través de sus nervios, su sangre y huesos y no tenía idea de lo que tendría que decir o hacer a continuación, y hubiera sido algo que nunca podría haber pretendido terminar o retirar, pero oyó un suave siseo de la risa - la reina de las hadas - en sus oídos, y le sacudió de nuevo a la realidad. Él se apartó de Clary antes de que fuera demasiado tarde, abriendo sus manos alrededor de su cuello y dando un paso atrás. Se sentía como cortar su propia piel abierta, pero lo hizo.
Clary lo miraba fijamente. Sus labios entreabiertos, sus manos todavía abiertas. Sus ojos ampliados. Detrás de ella, Alec e Isabelle mirando abiertamente hacia ellos, Simón miró como si estuviera a punto de vomitar.
Ella es mi hermana, pensó Jace. Mi hermana. Pero las palabras no significaban nada. Bien podrían ser un idioma extranjero. Si hubiera habido alguna vez alguna esperanza de que podría haber llegado a pensar de Clary sólo como su hermana, esto - lo que había sucedido entre ellos - lo había estallado en mil pedazos, como un meteorito explotando en la superficie de la tierra.
Trató de leer la cara de Clary - ¿sentía lo mismo? Parecía como si quisiera nada más que dar la vuelta y huir. Sé que lo sentía, le dijo con los ojos, y era un medio triunfo amargo y medio escrito. Sé que lo sentía, también. Pero no hubo respuesta en su cara, ella envolvió sus brazos alrededor de sí misma, la forma en que siempre lo hacía cuando estaba molesta, y se abrazó a sí misma como si tuviera frío. Ella apartó la mirada de él.
Jace sintió como si su corazón fuera presionado por un puño. Se volvió hacia la reina.
"¿Eso fue suficiente?" Exigió. "¿Eso te entretuvó?"
La reina lo miró: especial y secreta y compartida entre los dos. Se les advirtió acerca de nosotros, parecía decir su mirada. Que le haríamos daño, rompiéndola como se puede romper a una ramita entre tus dedos. Pero tú, que pensabas que nunca podrías ser tocado – eres el que ha sido quebrado.
"Estamos los suficientemente entretenidos," dijo. "Pero no, creo que, tanto como ustedes dos."
Fuente CDS MEXICO!! =)
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